viernes, 31 de marzo de 2017

CUARESMA-CUARTA SEMANA DE REFLEXIÓN

La Divina Guía
Sábado de la cuarta semana.
Jeremías 11:18
El Señor me hizo saber que mis enemigos estaban tramando algo malo. Él me abrió los ojos, para que me diera cuenta”.
Los anticuados sistemas de guiar para mantener los aeroplanos en el curso durante el vuelo pueden ayudarnos a entender el arte de la escucha a la divina guía del Espíritu Santo. Cuando el piloto está en el curso, él no escuchará nada en sus audífonos. Si él vira un poco a la derecha, oirá un beep. Si él va demasiado lejos por otra vía, él obtendrá otra señal. Corrigiendo su curso, sus audífonos retornan al silencio.
En el proceso de momento-tras-momento de la vida diaria, similares indicadores de estar o no estar ‘en curso’ están disponibles. Cualquier señal de estar enfadado es una invitación para cuestionarnos por qué lo estás, y no proyectar la culpa sobre otras personas o situaciones. Aún si ellos son culpables, eso no te hará bien alguno hasta que resuelvas el problema real, el cual reside en tiEl trabajo fundamental de un director espiritual de contemplativos es el de alentarlos y guiarlos para someterse a la divina terapia, lo cual permite que el material emocional inconsciente de la temprana edad que induce a los símbolos de la cultura: seguridad, estima y afecto, y poder, sea evacuado.

Cada uno de nosotros tiene una significativa dosis de condición humana. En la teología católica lo llamamos las consecuencias del pecado original. Venimos al mundo sin conocer lo que es la verdadera felicidad, pero necesitándola; sin saber lo que es el verdadero afecto, pero necesitándolo; sin conocer qué es la auténtica libertad, pero necesitándola. Nosotros traemos a la vida adulta la manera en que como niños lidiamos con situaciones imposibles, ya sea a través de represión de sentimientos, o por programas compensatorios para la felicidad que muy posiblemente no pueden funcionar.Mientras más fuertes sean esas necesidades, mayor será la frustración cuando no sean satisfechas.
Dentro de esta situación universal humana, Jesús viene diciendo “Arrepiéntanse”, lo cual significa: “Cambien la dirección en la cual están buscando la felicidad”. La felicidad humana se encuentra en el crecimiento del amor incondicional. El trabajo de la dirección espiritual es ayudarnos a estar conscientes de los obstáculos al divino amor y la libre circulación de ese amor dentro de nosotros. Esto requiere cultivar una actitud no-posesiva hacia nosotros mismos y las demás personas. Gradualmente aprendemos que Dios es la auténtica seguridad, Dios verdaderamente nos ama, y con este amor, podemos lograrlo, aún si a nadie más parezca importarle.          (Contemplative Outreach News, Summer, 1997)

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