viernes, 22 de abril de 2011

VIERNES SANTO

VIERNES SANTO

Acompañando al Maestro de Nazareth en su trágica autoinmolación por culpa de nuestra maldad y nuestros pecados. Ponemos en nuestro Centro lugar del encuentro con el Amado, a la familia Izaza-Torres de La Argentina, por la tragedia que la envuelve; a un amigo de la infancia que hoy fallece de un infarto. Continúan en nuestro Centro: una sobrina—joven madre-- de un miembro de la comunidad, en su padecimiento de bipolaridad; la salud de Tere Vidal (quien salió mejor de lo esperado de su operación y se recupera); Alicia García, próxima a ser operada; Isabel Martínez; Belkina Gamboa y las necesidades grupales de cada comunidad y particulares de cada miembro de esta familia contemplativa.
Proseguimos con la transcripción del texto del P. Keating: “Peregrinaje hacia el Centro.- Un Pasaje .Cuaresmal”—aún no editado al español—, acorde con los tesoros de la Liturgia de este tiempo fuerte, para reflexionar y llevar a nuestra vida, el arrepentimiento, la purificación y la expiación.
El Misterio Pascual; hoy día del festín de las tinieblas y de nuestros falsos-yo, de los de toda la humanidad presente y de todas las épocas; día del mayor oprobio. Día del sacrificio infinito, de la mayor ofrenda hecha al Padre desde la creación del mundo y hasta el fin de los tiempos. Día del vaciamiento del Hombre-Dios, de todas sus prerrogativas. ¡Perdón, Señor, perdón!
Les reiteramos la invitación para compartir generosamente sus experiencias y los pensamientos que el Espíritu Santo quiera inspirarnos dentro del espíritu de la Lectio Divina, expresados en la forma que deseen.

El Misterio Pascual
Viernes Santo


Isaías 53:3-5, 10
“Los hombres lo despreciaban y lo rechazaban.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no le tuvimos en cuenta.
4 Y sin embargo, él estaba cargado con nuestros sufrimientos,
estaba soportando nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que le había castigado y humillado.
Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado a causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
y por sus heridas alcanzamos la salud
El Señor quiso oprimirle con el sufrimiento.
Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado,
tendrá larga vida
y llegará a ver a sus descendientes;
por medio de él tendrán éxito los planes del Señor
Llegar a pecar es dejar de ser hijo de Dios--o al menos de cesar de estar consciente de ser hijo de Dios. Cesar de estar consciente de ser hijo de Dios es cesar de experimentar a Dios como Padre. La cruz de Jesús representa la suprema experiencia de la muerte de Dios: “Dios mío, Dios mío, por qué Me Has abandonado”. La crucifixión es mucho más que la muerte física de Jesús y la aflicción emocional y mental que la acompañó. Es la muerte de Su relación con el Padre. La crucifixión no fue la muerte de su falso-yo, puesto que nunca tuvo alguno; fue la muerte de su deificado-Yo y la aniquilación de la inefable unión la cual Él gozó con el Padre en sus facultades humanas. Esto fue más que la muerte espiritual; fue morir a ser Dios, y por consiguiente la muerte de Dios: “Él se vació a Si mismo, y tomó la forma de un esclavo…aceptando aún la muerte, y ¡muerte de cruz!”. La pérdida de la identidad personal es la kénosis final
En la crucifixión, Su relación con el Padre desapareció, y con ésta, la pérdida de su experiencia de quién es el Padre. En su resurrección y ascensión, Jesús descubrió todo lo que el Padre es, y haciéndolo, se hizo uno con la Suprema Realidad: todo lo que Dios es emergiendo eternamente de todo lo que Dios es.
Esta transición de Jesús de humano a la divina subjetividad, es llamada en la Tradición Cristiana el Misterio Pascual. Nuestra participación en el Misterio, es la entrega de la personalidad transformada dentro de la pérdida de la identidad como un punto fijo de referencia; o quién es Dios dentro de todo lo que Dios es. El desmantelamiento del falso-yo y la jornada interior hacia el verdadero-yo, es la primera fase de esta transición o salto. La pérdida del auténtico-yo como punto fijo de referencia es la segunda fase. La primera fase resulta en la conciencia de la unión personal con la Trinidad. La segunda fase consiste en ser vaciado de esta unión e identificado con la nada absoluta de la cual todas las cosas emergen, a la cual, todas las cosas retornan, y la cual se manifiesta a sí misma como Lo que Es. (De: “El Misterio de Cristo” (revisado))


Oración
Señor Jesucristo,
En Tu muerte y descenso a los infiernos,
Tu te llevaste los pecados del mundo y
Manifestaste el infinito amor del Padre por nosotros.
Que nosotros también entremos en el plan de Dios
para la redención de la familia humana.

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