domingo, 12 de mayo de 2013

EL EVANGELIO DE CRISTO


EL EVANGELIO DE CRISTO

v  ¿Cómo definimos el Evangelio de Cristo?

v  ¿Existe otro Evangelio?

DEFINE BREVEMENTE A LOS EVANGELISTAS:

·         Mateo: Mt 9, 9-13

·         Marcos: He 12,12 y He 12,24-25; Mc 14,51-52
·         Lucas: Col 4,14

·         Juan: Jn 1,35-39

Evangelio es una palabra griega que significa “Buena Noticia”. Los Evangelios tienen este nombre porque comunican el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús.

Se trata de uno solo contado por cuatro personas: el Evangelio según Mateo, Marcos, Lucas y según san Juan.

Los tres primeros, los de Mateo, Marcos y Lucas, lo hacen de forma narrativa y muy semejante. Siguen la misma cronología y casi siempre coinciden en relatar los mismos episodios.

Reciben el nombre de Evangelios sinópticos, porque si se pone su texto en tres columnas paralelas (sinopsis), se observan las grandes coincidencias que existen entre ellos.

El cuarto Evangelio, el de Juan, es muy diferente en planteamiento y estilo. No falta la narración de algunos hechos de Jesús, como la Resurrección  de Lázaro, pero da más importancia a los discursos de Jesús, e incluso a veces a las reflexiones del propio autor.

En el Nuevo Testamento el evangelio se presenta (euaggélion) como la “buena noticia” que se les da a los pobres (Mt 11,5; Lc 7,22; 4-8). Se trata de la gran noticia que anuncia el Antiguo Testamento: Dios, por fin, va a reinar y va a imponer su voluntad (Sal 40,10; 68,12; 96,2 ss; Is 52,7; 61,1). Este “Evangelio” se hace presente en el mundo mediante la persona y la obra de Jesús (Mc 8,35; 10,29), de tal manera que todo el actuar de Jesús es “buena noticia” (Mc 1,1.14). Esta Buena Noticia se refiere al Reino que Jesús predica (Mt 4,23; 9,35) y se expresa, sobre todo, en la enseñanza de Jesús a sus discípulos (Mt 4,23; 9,35; 24,14) y en la pasión del propio Jesús (Mt 26,13).

ORIGEN Y FORMACIÓN DEL EVANGELIO

A.      LOS AUTORES

A partir del siglo II, la palabra “Evangelio” se empezó a utilizar para designar a los cuatro libros del Nuevo Testamento que tratan de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Por eso ahora hablamos no sólo del “Evangelio”, sino además de los cuatro “evangelios”.

Estos cuatro evangelios se atribuyen a otros tantos autores: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Mateo es el publicano al que llamó Jesús (Mt 9,9) y que formaba parte de los doce (Mt 10,3). Escribió su evangelio seguramente en Palestina, para los cristianos convencidos del judaísmo. Marcos, llamado Juan Marcos, fue un discípulo de la comunidad de Jerusalén (Hch 12,12), que acompañó  a Pablo en su apostolado (Hch 12,25; 13,5.13; Flm 24; 2Tim 4,11) y también a Bernabé (Hch 15,37.39), del que era primo (Col 4,11), de origen pagano (Col 4,10-14), compañero de Pablo en su segundo

B.      FORMACIÓN DE LOS EVANGELIOS

Los cuatro autores indicados no se mencionan nunca ellos mismos en la obra que se les atribuye. Eso quiere decir que el autor primero y fundamental de cada evangelio no fue una persona determinada. El autor es, más bien, la comunidad o las comunidades a las que iban dirigidos esos evangelios. En efecto, fue en las primeras comunidades cristianas donde se conservaron los recuerdos, las palabras y los hechos de Jesús. Esos recuerdos se transmitieron de memoria de unos a otros, en forma de frases y narraciones cortas. De tal manera que en eso consistieron los materiales que luego cada autor concreto utilizó y organizó de acuerdo con su visión personal de las cosas y con su propio estilo literario. Pero aquí es de suma importancia insistir en que el autor primero y fundamental de los evangelios es la comunidad primitiva o mejor el conjunto de las primeras comunidades de creyentes que ha habido en el mundo. Aquellos creyentes conservaron en su memoria los recuerdos del Señor, seleccionaron aquellos materiales, se fijaron en unos más que en otros, pusieron su acento en determinadas palabras o determinados hechos de Jesús y transmitieron para las generaciones futuras el contenido del “Evangelio” o la “Buena Noticia” para las personas de todos los tiempos.

Este fue el procedimiento en virtud del cual llegaron a formarse nuestros evangelios. En cada comunidad se conservaron los recuerdos del Señor de una manera distinta. Unas comunidades insistieron más en unos puntos, otras en otros. Y es lo que, ante todo, explica las diferencias entre los evangelios.

C.      EL GÉNERO LITERARIO


Como obra literaria constituyen los evangelios un género nuevo y particular que no se identifica con ninguno de los conocidos hasta la época. No se trata de simples biografías, como los que se estilaban en la época helenística, pues su interés principal no está en descubrir la historia externa del héroe y mucho menos su vida interior o su carácter. Tampoco pueden clasificarse como meros libros de memorias, para mantener vivo el recuerdo de un gran personaje, conservando dichos y anécdotas de su vida, ni como historias de milagros destinados a glorificar a un taumaturgo. No pretenden tampoco suscitar entusiasmo por la doctrina de un gran filósofo, ni admiración por la virtud de una gran persona, sino despertar la fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios (Mc1,1), para llevar a un compromiso personal con él y a un cambio de vida (Mt 7,24-27;Lc 6,47-49) hecho posible por la salvación que él trae.  

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