EL
EVANGELIO DE CRISTO
v ¿Cómo definimos el
Evangelio de Cristo?
v ¿Existe otro Evangelio?
DEFINE BREVEMENTE A LOS EVANGELISTAS:
·
Mateo: Mt 9, 9-13
·
Marcos: He 12,12 y He 12,24-25; Mc
14,51-52
·
Lucas: Col 4,14
·
Juan: Jn 1,35-39
Evangelio
es una palabra griega que significa “Buena Noticia”. Los Evangelios tienen este
nombre porque comunican el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús.
Se
trata de uno solo contado por cuatro personas: el Evangelio según Mateo, Marcos,
Lucas y según san Juan.
Los
tres primeros, los de Mateo, Marcos y Lucas, lo hacen de forma narrativa y muy
semejante. Siguen la misma cronología y casi siempre coinciden en relatar los
mismos episodios.
Reciben
el nombre de Evangelios sinópticos, porque si se pone su texto en tres columnas
paralelas (sinopsis), se observan las grandes coincidencias que existen entre
ellos.
El
cuarto Evangelio, el de Juan, es muy diferente en planteamiento y estilo. No
falta la narración de algunos hechos de Jesús, como la Resurrección de Lázaro, pero da más importancia a los
discursos de Jesús, e incluso a veces a las reflexiones del propio autor.
En el
Nuevo Testamento el evangelio se presenta (euaggélion) como la “buena noticia”
que se les da a los pobres (Mt 11,5; Lc 7,22; 4-8). Se trata de la gran noticia
que anuncia el Antiguo Testamento: Dios, por fin, va a reinar y va a imponer su
voluntad (Sal 40,10; 68,12; 96,2 ss; Is 52,7; 61,1). Este “Evangelio” se hace
presente en el mundo mediante la persona y la obra de Jesús (Mc 8,35; 10,29),
de tal manera que todo el actuar de Jesús es “buena noticia” (Mc 1,1.14). Esta
Buena Noticia se refiere al Reino que Jesús predica (Mt 4,23; 9,35) y se
expresa, sobre todo, en la enseñanza de Jesús a sus discípulos (Mt 4,23; 9,35;
24,14) y en la pasión del propio Jesús (Mt 26,13).
ORIGEN Y FORMACIÓN DEL EVANGELIO
A.
LOS AUTORES
A
partir del siglo II, la palabra “Evangelio” se empezó a utilizar para designar
a los cuatro libros del Nuevo Testamento que tratan de la vida, la muerte y la
resurrección de Jesús. Por eso ahora hablamos no sólo del “Evangelio”, sino
además de los cuatro “evangelios”.
Estos
cuatro evangelios se atribuyen a otros tantos autores: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Mateo es el publicano al que llamó Jesús (Mt 9,9) y que formaba parte de los
doce (Mt 10,3). Escribió su evangelio seguramente en Palestina, para los
cristianos convencidos del judaísmo. Marcos, llamado Juan Marcos, fue un
discípulo de la comunidad de Jerusalén (Hch 12,12), que acompañó a Pablo en su apostolado (Hch 12,25; 13,5.13;
Flm 24; 2Tim 4,11) y también a Bernabé (Hch 15,37.39), del que era primo (Col
4,11), de origen pagano (Col 4,10-14), compañero de Pablo en su segundo
B.
FORMACIÓN DE LOS EVANGELIOS
Los
cuatro autores indicados no se mencionan nunca ellos mismos en la obra que se
les atribuye. Eso quiere decir que el autor primero y fundamental de cada
evangelio no fue una persona determinada. El autor es, más bien, la comunidad o
las comunidades a las que iban dirigidos esos evangelios. En efecto, fue en las
primeras comunidades cristianas donde se conservaron los recuerdos, las
palabras y los hechos de Jesús. Esos recuerdos se transmitieron de memoria de
unos a otros, en forma de frases y narraciones cortas. De tal manera que en eso
consistieron los materiales que luego cada autor concreto utilizó y organizó de
acuerdo con su visión personal de las cosas y con su propio estilo literario.
Pero aquí es de suma importancia insistir en que el autor primero y fundamental
de los evangelios es la comunidad primitiva o mejor el conjunto de las primeras
comunidades de creyentes que ha habido en el mundo. Aquellos creyentes
conservaron en su memoria los recuerdos del Señor, seleccionaron aquellos
materiales, se fijaron en unos más que en otros, pusieron su acento en
determinadas palabras o determinados hechos de Jesús y transmitieron para las
generaciones futuras el contenido del “Evangelio” o la “Buena Noticia” para las
personas de todos los tiempos.
Este
fue el procedimiento en virtud del cual llegaron a formarse nuestros
evangelios. En cada comunidad se conservaron los recuerdos del Señor de una
manera distinta. Unas comunidades insistieron más en unos puntos, otras en
otros. Y es lo que, ante todo, explica las diferencias entre los evangelios.
C. EL GÉNERO LITERARIO
Como obra literaria
constituyen los evangelios un género nuevo y particular que no se identifica
con ninguno de los conocidos hasta la época. No se trata de simples biografías,
como los que se estilaban en la época helenística, pues su interés principal no
está en descubrir la historia externa del héroe y mucho menos su vida interior
o su carácter. Tampoco pueden clasificarse como meros libros de memorias, para
mantener vivo el recuerdo de un gran personaje, conservando dichos y anécdotas
de su vida, ni como historias de milagros destinados a glorificar a un
taumaturgo. No pretenden tampoco suscitar entusiasmo por la doctrina de un gran
filósofo, ni admiración por la virtud de una gran persona, sino despertar la fe
en Jesús como Mesías e Hijo de Dios (Mc1,1), para llevar a un compromiso
personal con él y a un cambio de vida (Mt 7,24-27;Lc 6,47-49) hecho posible por
la salvación que él trae.
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